miércoles, 10 de agosto de 2011

And the Pulitzer goes to...


La guerra Hispanoamericana fue la primera guerra de los Corresponsales. Los periodistas no sólo informaban del conflicto sino que muchas veces actuaban de exploradores o espías o empuñaban el fusil en la batalla. También fue la guerra de la prensa amarilla que no dudaba en mentir, exagerar o alterar la verdad.
El fenómeno de la prensa amarilla nació en Estados Unidos donde el gusto por el escándalo llega a nuestros días. En ningún lugar del mundo las relaciones sexuales del Presidente pueden llegar a provocar tanto debate en la sociedad. En otros países, sólo provocarían una sonrisa. Al frente del nacimiento de la presa amarilla hay que colocar a dos personajes peculiares: Joseph Pulitzer y William Randolph Hearst.


Pulitzer nació en Hungría y su vocación era ser soldado pero fue rechazado por los ejércitos austro-húngaro, francés e inglés. Cuando estalló la guerra civil en Estados Unidos quiso alistarse en el ejército de la Unión pero fue rechazado, quizá porque albergaran la duda de si acabaría alistado en el ejército confederado a causa de tanto cambio de bando en el pasado. En San Luis fue el propietario de un periódico local que le hizo ganar bastante dinero y, en 1883, compró el New York World convirtiéndolo en un año en un periódico de éxito por sus titulares escandalosos y sus dibujos. Pero pronto le llegó la competencia de la mano de Hearst.
William Randolph Hearst era hijo único de un propietario minero de California inculto y sin escrúpulos que, al hacerse rico, compró su escaño en el Senado de los Estados Unidos. Malcriado por su madre, Hearst desarrolló un espíritu pendenciero dado a meterse en problemas. Fue expulsado de la Universidad de Harvard.
Intentó que su padre le permitiera dirigir un periódico de San Francisco que el Senador había comprado para apoyar su carrera política. Durante un año trabajo en el World de Pulitzer y, a su vuelta a California, convirtió el San Francisco Examiner en el periódico de más tirada de la ciudad a base de sus escandalosos titulares. En 1895 compró el New York Journal con la idea de competir con Pulitzer. Ambos se enzarzaron en una carrera de titulares escandalosos, noticias falsas, etc...
La técnica de Hearst era la de comprar a los periodistas de Pulitzer. Entre estos figuraba un dibujante que publicaba los domingos una tira de cómics llamada "El Chico Amarillo”. Hearst logró llevarlo al Journal. Pulitzer reaccionó contratando otro dibujante que continuó haciendo la tira del "Chico Amarillo”. Ahora había un comic de este personaje en cada uno de los periódicos. Por eso, para definir ese tipo de prensa, el serio y sesudo periódico New York Times, les denominó prensa amarilla, apelativo con el que hoy es conocida la prensa sensacionalista.

Hearst, Pulitzer y otros piratas La Prensa Amarilla.

1 comentario:

  1. Buenísimo!!!! Hasta cuando la falta de ÉTICA será impune en esta sociedad????

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