sábado, 23 de junio de 2012

De la historieta argentina y sus leyendas


Si hay algo que caracterizó a la historieta argentina desde que dio sus primeros pasos fue su uso de la sátira política y del relato costumbrista como herramienta para ser testigo de su tiempo, para contarnos la historia y hablarnos de la vida a su manera. Debe ser por esto, además de por la genialidad artística de las obras, que es la más importante en América Latina y una de las más reconocidas a lo largo y ancho del globo.
Tanta historia tiene la historieta, que se remonta a finales del siglo XIX cuando Caras y Caretas lanzaba sus primeras publicaciones. Algunos de los más reconocidos personajes se destacan por ser expresiones de la cultura nacional, como el gaucho Inodoro Pereyra, el indio Patoruzú, el inmigrante Don Nicola, o el mujeriego Loco Chávez. Otros, brillan por ser grandes comentaristas socio-políticos como Mafalda, con su ternura e ironía, o El Eternauta, con su dura crítica a la dictadura militar a través de una fascinante ficción. La licencia artística para matar de estos personajes le costó la vida a quien se transformaría en un ícono de la lucha política a través del arte: Héctor Oesterheld.
La producción nacional se las vio difícil varias veces, sobre todo en dos momentos: después de la llamada “época dorada”, en los 60, cuando entró en crisis como consecuencia de la aparición de la televisión, del ingreso de revistas mexicanas, y de la partida de los mejores dibujantes a Europa; y en los 90, década en la que el Capitán América y Superman acompañaron al Banco Mundial y al FMI en la vorágine neoliberal.
También se las vio difícil para hacerse un lugar dentro del campo cultural argentino, cuando pasó a la cotidianeidad a través del diario, con un público de La Nación que se mostraba reacio a aceptar esas “frivolidades” que no se correspondían con la seriedad del medio. Desde la literatura vinieron los mayores rechazos, considerando a este género como bastardo, infantil, y marginal, visión que algunos sigue compartiendo. Sin embargo, luego de la devastadora (en todo sentido) década del noventa, se produjo un reavivamiento del género que llega hasta nuestro días, de la mano de reconocidos exponentes como Liniers, Langer, Tabaré, Paz, y sobre todo de la reaparición de la histórica revista Fierro, dirigida por otro ícono de la historieta nacional como lo es Juan Sasturain. Por otra parte, hubo una revaloración de leyendas como Quino, el mismo Oesterheld, y los todavía cotidianos Nik y Sendra y Rep.
Hace cinco años se nos fue uno de los gigantes, el Negro, dejándonos a Inodoro, a Boggie, y a otros tantos personajes, además de los mejores libros de la pasión futbolera argentina; y hace un mes se nos fue otro de los grandes como lo fue (y lo seguirá siendo) Caloi, y con él un personaje que a lo largo de sus cuarenta años de vida fue siendo cada vez más querido por el público: Clemente. Este pajarraco sin pico ni brazos fue el crítico político y económico por excelencia, de las tiras además de la expresión más acabada de una pasión bien nuestra como lo es el futbol. En Clemente encontramos la filosofía de un Diógenes y el Linyera, el análisis socio-político de una Mafalda, o la pasión por las mujeres de un Loco Chávez. Del estilo del Gaturro de Nik, Clemente analiza la vida cotidiana desde la sabiduría del barrio, desde el sentido común de la calle.
Es por todo esto que hace un mes, más que un genial autor y un irremplazable personaje, se nos fueron dos cachos de cultura que perdurarán por siempre en el imaginario colectivo de esta sociedad en la que generó tantas reflexiones, y que tantas risas les agradecen.

                                                                                                                      Publicado en Inconsciente Colectivo Nº 2, Junio 2012.

domingo, 3 de junio de 2012

Pobre



Todos los días convivimos con él. Hay muchos que no miran para el costado para no verlo, no pueden creer que exista tal espécimen caminando sobre la faz de la tierra. Otros lo miran fijamente, quizás durante toda su vida, indignados pero también no pudiendo creer que exista.
Causante de tantos males, muchos se preguntan de dónde salió, desde cuándo existe, cuál es su misión en este mundo. Los más aventurados conjeturan que su única misión es dañar a los demás, que no le importa el bienestar del otro sino solo su propio ombligo.
Lo vemos ahí, amenazante, solitario, oportunista, insaciable en su objetivo de maximizar sus ganancias. Ladrón de guante y cuello blanco, arremete desde la comodidad de su escritorio, y el caos de su calculador cerebro, contra aquél que corre con desventaja. Sigue a la bolsa, sigue a los números, a la irrealidad virtual de las transferencias bancarias; suma y multiplica, pero nunca resta y menos, divide. Se olvida de que su riqueza va de la mano con la pobreza de otro, en ese subibájico mundo de la circulación global del dinero.
Seamos claros: esta enfermo. Enfermo de poder, de avaricia, de riqueza ilimitada, de tener para tener más y así…bueno, tener más; enfermo de querer comprar hasta lo incomprable o de querer pagar hasta el amor en cómodas cuotas.
Así y todo, quizás no sea culpable. Quizás se trate de un ideal que se materializa en él, se hace carne en su humana inocencia, y termina por convertirlo en ese ser que tanto desprecio provoca. Ideal de esforzarse para ser el mejor, y por lo tanto superior al resto, pisando cabezas y oprimiendo almas para llegar al trono. Un trono que nadie puso pero que todos quieren.
Pobre de alma, no entiende que con lo único que nos vamos de este mundo es con la huella de haber sido y no haber tenido. No quiere y no puede entenderlo. Es la punta del iceberg de una idea que penetra en lo más profundo de las mentalidades y se convierte en la guía del camino de muchos.
No estoy hablando de nadie en particular, estoy hablando de muchos que creen que el éxito y la felicidad se alcanzan a expensas del otro: del sufrimiento del otro, del fracaso del otro, del “me importa bastante poco” el otro.


Si cuando chico quise ser como ellos, agradezco de grande haberme despertado y cambiado de parecer.


Publicado en Palabra Valija Nº 2, Junio 2012.

¡Dejate de joder!


A

Dejate de joder ¿Qué te pensás? ¿Qué vas a cambiar el mundo vos solo? ¿Sabés a cuantos como vos conocí? Ya se te va a pasar, es cosa de época, de edad. Cuando crezcas vas a entender.
¿Qué hacés leyendo eso? Anda, ¡salí y divertite!
¿Qué hacés yendo a esa villa? ¡Te podes agarrar enfermedades, ponete a estudiar mejor!
Haceme caso: estudia, recibite, encontrá una buena chica, casate, tené hijos, comprate una casa, un auto y tres perros. Esa es la buena vida. Si todo va bien, te podrás hacer unas buenas vacaciones pagas en doce cuotas. Trabaja hasta que te jubiles, tené nietitos y todo eso… ¿no? Así tiene que ser, así es, y así será.
¡No te gastes, viví la vida!
Hace la tuya, total, esto es así desde que tengo memoria. Vamos, ¡dejate de joder!

B

Dejate de joder ¿Qué te pensas? ¿Qué estoy solo en esto? ¿Sabes a cuantos como vos conocí? Ya va a pasar, si no bajamos los brazos todo va a mejorar. Ya vas a entender, CUANDO CREZCAS.
¿Qué hacés viendo eso? Apagá esa TV y salí a tomar aire, ¡salí y divertite!
¿Qué hacés yendo todos los fines de semana a ese casino flotante? ¡Te podes agarrar enfermedades! Salí un poco al mundo, Salí de esa burbuja de cristal.
No me hagas caso si no querés, pero a mi eso del “curso normal de la vida” me suena a chamuyo, ¡qué querés que te diga! Así no debió ni debe ser.
¡No te rindas, viví la vida!
Hace algo para que las cosas mejoren ¡esto es así desde que tengo memoria! Vamos, ¡dejate de joder!

Publicado en Palabra Valija Nº 2, Junio 2012.



Frio


I

Aparecen, de pronto, allí,
Cada uno en un pedazo de hielo,
Separados por un abismo de agua helada,
Permanecen inconcientes días enteros,
Al despertar no entienden qué sucede,
Exploran el área,
Por algún motivo, les parece familiar,
Súbitamente se miran, como si no se conocieran,
Recuperan la memoria,
A pesar del abismo, él, salta,
Cuando esta por llegar a tierra firme, esta se aleja,
Y cae,
El agua helada como el miedo,
Vuelve a subir a su pedazo de tierra fría,
Vuelve a intentarlo,
Vuelve a caer.

II

El otro pedazo de tierra se aleja cada vez más,
El es conciente de esto,
Pero sigue intentándolo,
Hasta que ella le pide que no lo intente más,
Le grita, pero él no llega a escucharla,
Aunque ve que hace señas,
Pero no les da importancia.

III

Ya están bien lejos el uno del otro,
El salta, y cae,
Nada, pero se congela y vuelve
Salta, nada, y vuelve
Nada, vuelve, y salta
Vuelve, salta, y nada
Nada,
Ella no le grita más
Él aun la ve, a pesar de no oírla,
Ve que ni siquiera se mueve,
Entiende [o cree entender]
Pero salta igual, y nada
Se hiela y nada
No vuelve, y nada
Nada y nada
Por siempre nada.

Publicado en Palabra Valija Nº 2, Junio 2012.


Desabrazitis


Un escritor, un maestro, un compañero y… ¡que va! Un amigo me comentó, a través de uno de sus tantos relatos, que el mundo esta en crisis de abrazos.
¿Cómo es esto? Al parecer el hambre no es el único mal que sufrimos los humanitos, sino que padecemos de un síndrome llamado desabrazitis.
Parece que con esto del individualismo y toda la bola, ya no tenemos a quién abrazar o quien nos abrace, porque uno de los requisitos para que se de (el más importante en realidad) es que haya otra persona.
El autoabrazo nace y muere al mismo tiempo. El abrazo compartido, el único y verdadero, llena al alma de sonrisas, aunque sea por un ratito, o quizás por mucho tiempo.
¿Cuándo quedó tan lejos el abrazo? ¿Por qué tanto rechazo? ¿Lastima? ¿Hace daño?
¿Quién nos dijo eso? Ah si, ellos. Ellos, que deben recibir muchos abrazos, pero todos de papel. No les creamos, o dejemos de creerles.
Muchos amigos, compañeros y sabios dijeron y dicen que el amor puede salvar al mundo. Yo prefiero creerles a ellos. Prefiero creerles, y darte un abrazo. Entonces todo va a estar bien, y todo va a comenzar a ser
mejor.

Publicado en Palabra Valija Nº 2, Junio 2012.