sábado, 7 de enero de 2012

¿La tercera es la vencida?

Para muchos “guerra mundial” es un término que ha caído en desuso desde hace varías décadas, es algo del pasado, algo que no va a volver, algo de lo que aprendimos la lección. Algo que ha sido repudiado por toda la humanidad y que, con la creación de la ONU y demás organismos internacionales, no volvería a pasar.
Después del horror del nazismo que quería someter al mundo bajo su irracional régimen, las heroicas naciones occidentales se encargaron de levantar las banderas de la libertad, la justicia y finalmente la paz, en pos de una mejor calidad de vida para toda la humanidad. Desde entonces, hace más de medio siglo, hemos aprendido que la guerra no es el camino, que podemos convivir en armonía, que bajo la tutela de organismos internacionales aglutinantes hemos de resignificar nuestras relaciones entre los países.

Si esto fuera así, este texto se titularía “sobre la paz en el mundo” o “sobre la armonía de las relaciones internacionales”. Pero no.




Haciendo un herético recorte histórico, tomemos como punto de partida el final de la última guerra, mal llamada “mundial”:

Luego de la caída oficial del nazismo en tanto régimen (en tanto ideología convive hoy día con nosotros, más de lo que pensamos seguramente) nos encontramos con dos países fuertes: Estados Unidos y la URSS (Rusia). Ambos países crearon zonas de influencia contrapuestas ideológicamente aunque el fin de los dos polos era el mismo: expandir sus ideales, su cultura, su modo de vida a la mayor cantidad de países posibles. A este proceso se lo conoce como “guerra fría” y tuvo su finalización con aquel hito que fue la caída del muro de Berlín. Este último hecho significó la caída del comunismo en Europa y en las mismas URSS y el triunfo del capitalismo en gran parte del globo.
Ya de movida ¿qué “paz” podemos esperar sí inmediatamente después de la tan criticada segunda guerra mundial entramos (entraron) en otra guerra, la fría?
Y dentro de esa guerra hubo otras, como la de Vietnam y Corea, y otras que no llegaron a concretarse, como en el caso de los misiles en Cuba. Al año siguiente presenciamos la primera guerra televisada (¿montada?): la guerra del Golfo. Una década después nos encontramos con conflictos bélicos como la guerra de Yugoslavia, el ataque a Afganistán, y la tan recordada por estos días guerra de Irak.
El año pasado fuimos testigos de la primavera árabe, de la protesta de los indignados y de la crisis económica en Europa y Estados Unidos. Las hostilidades en medio oriente parecen no tener fin: empezó la crisis en Egipto, pasó por Libia, se aproxima a Siria y a Irán. Este último país la semana estuvo haciendo pruebas de misiles que llamaron la atención de los Estados Unidos, y ya empezó a correr por ahí una palabra que nos aterroriza: nuclear. Hago la siguiente pregunta, y si alguien sabe la respuesta que la comparta: ¿en qué momento reinó la paz y qué nos puede llevar a pensar que supuestamente no puede haber otro conflicto bélico a gran escala como ya pasó dos veces el último siglo?
Si hablamos de tendencias, tenemos que ser realistas (no pesimistas, realistas) y decir: contrariamente a lo que plantean los famosos objetivos del milenio de la ONU (reducir la pobreza, lograr la paz mundial y demás clichés) estamos yendo en dirección diametralmente opuesta: a rasgos generales, cada vez hay mas pobreza, se agranda la brecha social, y se gasta más en armamento que en alimentos.
¿El detonante de otra guerra? Probablemente no lo sepamos a ciencia cierta ahora, pero hablar de los yacimientos petrolíferos, gasíferos, y de cualquier otro recurso natural que sirva no solo para hacer negocios, sino para sobrevivir, puede darnos una pauta.
La tensión entre las fuerzas de occidente y de oriente se reavivan una vez en otro escenario: lo que ayer fue la disputa entre Alemania, Rusia, Inglaterra y Estados Unidos, hoy se renueva con nuevos actores como Irán, Israel o Venezuela.

¿Será que estamos en la “inexorable marcha hacia el abismo” como vaticina el líder cubano Fidel Castro? ¿Será que el juicio final, como dicen los escritos religiosos, ha de hacerse carne a tan alto costo? O por el contrario ¿Será que algún día abramos mejor los ojos y nos demos cuenta que estamos yendo, desde hace un buen tiempo, en línea recta hacia nuestra autodestrucción?


2 comentarios:

  1. J Roncal... no, muy obvio....Juanjo R7 de enero de 2012, 12:25

    La mitad es apuntar la tecnologia para el bien del ser humano, el resto sale solo.

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  2. Muy buen artículo Juan. A mi parecer, y en el parecer de muchísimos, en esta cuestión de las guerras casi siempre -y sobre todo en las guerras modernas- hubo un gran responsable: Estados Unidos. En algunos conflictos su intervención fue justificada de una manera más creíble, en otros no tanto. De igual manera el fin de todas las guerras en las que nuestro Guardián del Norte participó tenían un único y condensado fin: negocio. La estigmatización de oriente y sus culturas, y las operaciónes de occidente para generar esa concepción del mundo árabe han facilitado mucho las cosas. Tu buen artículo, Juan, sobre las torres gemelas está empapado de todo este asunto.
    Basta con revisar cuáles son los países con más producción de petróleo del mundo para saber a quiénes Estados Unidos acusó o acusará, atacó o potencialmente atacará, sometió o someterá.
    La clave para detener al verdadero gran enemigo que ha tenido el siglo XX será, desde mi humilde punto de vista, la integración y unión de las regiones, como por ejemplo la de América Latina, en crecimiento hoy día, donde a pesar de que el cuco del norte tensa las relaciones con Venezuela, este estado bolivariano cuenta con un fuerte respaldo de sus grandes aliados del sur, cosa que complicará las cosas para una futura intervención en "pos de la paz".
    Te mando un gran abrazo.

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