domingo, 3 de junio de 2012

Pobre



Todos los días convivimos con él. Hay muchos que no miran para el costado para no verlo, no pueden creer que exista tal espécimen caminando sobre la faz de la tierra. Otros lo miran fijamente, quizás durante toda su vida, indignados pero también no pudiendo creer que exista.
Causante de tantos males, muchos se preguntan de dónde salió, desde cuándo existe, cuál es su misión en este mundo. Los más aventurados conjeturan que su única misión es dañar a los demás, que no le importa el bienestar del otro sino solo su propio ombligo.
Lo vemos ahí, amenazante, solitario, oportunista, insaciable en su objetivo de maximizar sus ganancias. Ladrón de guante y cuello blanco, arremete desde la comodidad de su escritorio, y el caos de su calculador cerebro, contra aquél que corre con desventaja. Sigue a la bolsa, sigue a los números, a la irrealidad virtual de las transferencias bancarias; suma y multiplica, pero nunca resta y menos, divide. Se olvida de que su riqueza va de la mano con la pobreza de otro, en ese subibájico mundo de la circulación global del dinero.
Seamos claros: esta enfermo. Enfermo de poder, de avaricia, de riqueza ilimitada, de tener para tener más y así…bueno, tener más; enfermo de querer comprar hasta lo incomprable o de querer pagar hasta el amor en cómodas cuotas.
Así y todo, quizás no sea culpable. Quizás se trate de un ideal que se materializa en él, se hace carne en su humana inocencia, y termina por convertirlo en ese ser que tanto desprecio provoca. Ideal de esforzarse para ser el mejor, y por lo tanto superior al resto, pisando cabezas y oprimiendo almas para llegar al trono. Un trono que nadie puso pero que todos quieren.
Pobre de alma, no entiende que con lo único que nos vamos de este mundo es con la huella de haber sido y no haber tenido. No quiere y no puede entenderlo. Es la punta del iceberg de una idea que penetra en lo más profundo de las mentalidades y se convierte en la guía del camino de muchos.
No estoy hablando de nadie en particular, estoy hablando de muchos que creen que el éxito y la felicidad se alcanzan a expensas del otro: del sufrimiento del otro, del fracaso del otro, del “me importa bastante poco” el otro.


Si cuando chico quise ser como ellos, agradezco de grande haberme despertado y cambiado de parecer.


Publicado en Palabra Valija Nº 2, Junio 2012.

1 comentario:

  1. Excelente querido, realmente es para mostrarlo y que más de uno piense en serio esto de que las cosas no se hacen de a uno, sino que se hacen entre todos.

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