Un enfermero que había denunciado casos de mala praxis en el
hospital Dr. Claudio Zin de la localidad bonaerense de Pablo Nogués fue
asesinado a principios de este mes en un episodio, al menos, confuso. Walter
Navarro fue asesinado de un tiro en la axila en la puerta de su casa en lo que
no pareció ser un intento de asalto, dado que los delincuentes no le robaron
nada a pesar de poder haberlo hecho. Ahora bien, lejos de poder catalogarse
este crimen como “uno más de los que
suceden diariamente”, tal cual lo consideró el intendente de Malvinas
Argentinas, Jesús Cariglino, este caso no pasó desapercibido dentro del frenesí
de casos de inseguridad que los medios muestran continuamente.
Los antecedentes inmediatos dejan
muy mal parado al mencionado intendente y al hospital pediátrico inaugurado en
diciembre del año pasado. El caso de Celeste Morales, una nena de 8 años que
ingresó por un quiste de grasa y que terminó sufriendo una muerte cerebral
causada por un drenaje mal puesto, fue el desencadenante de una serie de
inconvenientes que se suscitaron en la institución. Menos de un mes después de
la muerte de la pequeña, en Junio de este año, fue agredido en el mismo lugar un
grupo de periodistas de distintos medios que fue a investigar lo sucedido con
Celeste junto a los familiares de las victimas de mala praxis en ese hospital y
en otros de la zona.
El último incidente data de este
mes y tiene como protagonista a la figura central de todo este asunto: el
intendente Cariglino. Nuevamente un grupo de periodistas se hizo presente en el
hospital con el objetivo de reconstruir lo sucedido en Junio. El funcionario,
que supuestamente había ido a ver a un paciente, increpó a los periodistas
presentes, interrumpió el proceso y tuvo un intercambio de palabras con la
madre de otra niña fallecida por una mala praxis. Al pedido de justicia de la
madre, Cariglino contestó: “No, a su hija tiene que fijarse usted, que la
llevaba desnuda en invierno en la moto” y se retiró tan rápido como llegó.
Jesús Cariglino, de tendencia duhaldista y con simpatías
mutuas con el PRO de Macri, viene gobernando el municipio de Malvinas
Argentinas desde 1995 y piensa hacerlo hasta el 2015. De las decenas de causas
que se le imputaron por asociación ilícita, defraudación al Estado y
malversación de fondos público, la mas resonante fue la del 2004, en la que el
entonces fiscal Luis Antonio Armella (hoy el juez que supervisa la no-limpieza
del riachuelo) lo salvó de ir a la cárcel.
A causa del asesinato del enfermero se cristalizó una
abierta confrontación entre Cariglino y el vice-gobernador de la provincia de
Buenos Aires, Gabriel Mariotto, gracias a la cual quedaron a la vista las
diferencias existentes entre el gobierno nacional y la intendencia del partido.
Curioso fue el apoyo que recibió el intendente por parte de un grupo de
políticos anti-kirchneristas, con Cristian Ritondo y Diego Santilli a la
cabeza, quienes emitieron un comunicado en el cual reflexionaban acerca de las
supuestas actitudes del gobierno nacional afirmando que "cuando el miedo se
instala se pierde la libertad y se atropella la justicia social”.
La relación entre el poder y los negociados en las distintas
instituciones es un tema que siempre esta latente en el imaginario colectivo.
Ya sea con la policía, la justicia, la construcción de obras o la salud pública,
en muchos casos se tiene la sospecha de que algo no anda bien, de que la
corrupción está o tranquilamente podría estar presente. Lo que sucede en el
partido de Malvinas Argentinas con el sistema de salud, con las malas praxis,
la falta de inversión o los desvíos de fondos no es muy diferente a lo que
sucede con los trenes y que se hizo evidente solo gracias a las muertes de
Once: mala gestión, intercambio de insultos entre políticos de corrientes
opuestas, reclamos de justicia por parte de los familiares de las victimas, desinformación
por parte de los medios y lentitud por parte de la justicia. Lo más sucio de la
política sale a la luz con este tipo de incidentes; en este caso las relaciones
entre esa ala siempre tan sospechosa del justicialismo como lo es el
duhaldismo, la complicidad o el amparo de ciertos magistrados como es el caso
de Armella, el silencio de los profesionales que por diversos motivos no hacen
nada para evitar que las muertes se sigan sucediendo y la patotería propia de
un intendente que se siente atacado como si estuviera admitiendo la
responsabilidad que pesa sobre sus hombros. El resultado en todos los casos es
el mismo y ya se vuelve moneda corriente: perjuicio de los pacientes, o los
usuarios o cualquiera que quiera usar los servicios que, supuestamente, existen
para ayudarlos.
El asesinato del enfermero Walter Navarro no debería quedar
en el olvido de la misma forma que quedaron tantos otros que murieron en
condiciones poco claras. No debería olvidarse, claro está, si es que se quieren
empezar a cambiar las cosas que siguen sin funcionar bien, ni mucho menos.
Publicado en Inconsciente Colectivo Nº 5, Septiembre 2012.
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