“Siempre trabaje por hora, en
casas de gente que me iba conociendo gracias al boca en boca, pero con los años
llegué a una edad en la que no podía limpiar ni hacer nada como antes”. Fue
entonces cuando empezó a vivir íntegramente de la pensión que le había dejado
su marido, a estar más cerca de la gente del barrio y a sentir más de cerca sus
necesidades.
“Veía a los nenes que andaban
siempre por ahí, callejeando todo el día. Después apareció el Paco y fue lo
peor, entonces pensé que tenía que sacarlos de ahí a todos los que pudiera”. En
su casa ubicada en las calles Esperanza y Quiroga, decidió abrir una especie de
comedor en el que pudieran, en principio, almorzar los nenes y nenas de la
zona.
Como en todo inicio desde cero,
el camino no fue sencillo: “El primer tiempo me daban una mano el panadero y el
carpintero del barrio con comida y algún que otro pesito, porque con mi pensión
a penas me alcanzaba para vivir. Pero pudimos sacar adelante esto y así fue
progresando”.
Los almuerzos empezaron a ser
complementados con las meriendas y luego con las cenas. Todo eso gracias a la
ayuda de los vecinos y vecinos de la zona y de algunas personas externas al
barrio que se iban enterando de la existencia de este lugar que recientemente
recibió el atinado nombre de “Pancitas felices”.
Doña Rosa besa su crucifijo y
nos confiesa: “Lo mas importante para mi es que mis chiquitos tengan algo que
comer, pero también que estén el mayor tiempo posible fuera de la calle…esa es
mi misión en este mundo y doy gracias a Dios por permitirme hacerlo”.
- No queremos parecer impertinentes
pero ¿hace mucho que renguea de esa pierna?
- Si mi cielo, hace años que
vengo llevando esta enfermedad cuyo nombre ahora no me acuerdo.
- ¿Y no le conviene hacer
reposo o delegar algunas tareas?
- Lo que me conviene es seguir
andando, como pueda, este camino que me llena el alma y que hace que las
enfermedades o cualquier otra cosa parezcan chiquitas. Eso, mis queridos
jóvenes, eso es algo que no muchos entienden o que no quieren entender. Y así
estamos.
Publicado en Palabra Valija Nº 3, Octubre 2012.
Publicado en Palabra Valija Nº 3, Octubre 2012.
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