Nosotros no la hacemos, ella nos hace a nosotros. Somos parte de ella y solo algunos llegan a sacarla de su interior para compartirla con el resto. Pero todos la sentimos, todos la vivimos, todos la soñamos, la amamos y la odiamos, pero la tarareamos y la cantamos. Llena los vacíos de nuestras vidas y completa algunos otros.
La venden pero no se vende, la comercializan pero no se vuelve producto, jamás. Es sentimiento puro, es anhelo y remembranza. Es viajera pero a la vez nos transporta hacia otros tiempos y otros lugares.
Es aquello que nos mueve, que nos estimula, que nos hace conocernos más y entender la vida de diferentes maneras. Es todo y es nada, es la música bendita que nos compone bandas sonoras a la medida del oído y el ritmo que cada uno de nosotros tenga.
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