La situación de muchos periodistas y aspirantes a ejercer la profesión atraviesa una etapa complicada. De un tiempo a esta parte se ha extendido el uso y abuso de la figura del “colaborador” en los medios de comunicación, eufemismo que con frecuencia oculta una realidad en la que muchos periodistas se ven forzados a deambular de un medio a otro para poder llegar a fin de mes.
Hacía falta un título, una denominación para estos
trabajadores tan habituados a catalogar y titular. Fue el Colectivo de Trabajadores
de Prensa (CTP) el que en junio de 2012 publicó la encuesta “Las cifras de la
precarización”, a partir de la cual se desprendió el término “Changarines de
información”, ideado por una revista cultural independiente.
Aquel
relevamiento arrojó, entre otros, los siguientes datos: tres de cada cuatro
colaboradores tienen otro trabajo remunerado, tres de cada cuatro facturan como
monotributistas, el 12% tiene recibo de sueldo y el 11% no tiene ningún
comprobante de pago. Al 41% dejan de aceptarle sumarios o le avisan que no
proponga notas hasta el año siguiente cuando se acercan a la colaboración anual
número 24, porque el pasar ese número, según el Estatuto, implicaría un
blanqueo de la actividad. El 12% firmo alguna vez notas con seudónimo o tuvo
que presentar facturas de otras personas a pedido de la empresa. El 50% de las
colaboraciones se pagan entre 200 y 400 pesos. Casi la mitad cobra sus notas
entre 30 y 60 días después de la publicación. En el 80% de los casos, el monto
de la retribución lo fija la empresa, sólo en el 12% negocia el pago.
De acuerdo con el Artículo 23
inciso e) del Estatuto Profesional del Periodista se entiende por colaborador
permanente aquel que “escribe notas, retratos, paralelos, narraciones,
descripciones, ensayos, cuentos, bibliografías y otros escritos de carácter
literario o científico o especializados de cualquier otra materia en un número
no menor de veinticuatro anuales y que por la índole de los mismos no
corresponde a las tareas habituales a los órganos periodísticos”.
Para Lidia Fagale, secretaria
general de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires
(Utpba), la existente de este tipo de periodistas responde a razones
históricas. “Una franja cada vez más amplia, conformada por trabajadores
precarizados, creció de la mano de las medidas neoliberales de los '90. La
figura del colaborador pasó a ser el modo de 'contrato' preferido por las
empresas, que desplazaron a los trabajadores de las redacciones y les
transfirieron la responsabilidad impositiva”.
Si
bien el Estatuto fue sancionado en 1946, no parece ser anacrónico y perjudicial
para los trabajadores. Todo lo contrario. Así lo señala el presidente del Foro
de Periodismo Argentino (Fopea), Fabio Ladetto: “Varias veces hubo avances y
presiones para actualizarlo, pero casi siempre vinculadas con empresas que
buscaban un recorte de las normas más favorables a los trabajadores”.
Fagale
apunta en el mismo sentido: “Nosotros contamos con leyes claras, protectivas de
los derechos de los trabajadores de prensa y además leyes más generales que
también nos protegen y que marcan derechos y obligaciones”.
Pareciera,
entonces, que la cuestión no pasa por la existencia de un vacio legal, sino más
bien por un mecanismo de “legalidad aparente” que no tiene que ver con lo
legislado. En todo caso, una modificación del Estatuto requeriría de garantías
laborales que, ni por asomo, los medios les ofrecen a los periodistas.
Para
algunos, entonces, el conflicto pasa por la medicación entre los trabajadores y
las patronales. No la ley, sino quienes deben abogar por que se cumpla.
Para Ladetto “muchos sindicalistas se
profesionalizaron en la labor gremial y se alejaron de las redacciones y de la
práctica activa del periodismo. Su profesión es ser gremialistas, no
trabajadores de prensa, lo que los aísla y les quita relación con las bases que
deben representar”.
Diego
Martínez, delegado paritario de Página 12 e integrante del CTP, opina que “la
Uptba no se lo plantea (la precarización) como un problema. No tienen vínculo
ni con los colaboradores ni con las bases”.
Contra
esto, la misma Fagale sostiene que “la lucha de los colaboradores en general se
vio protegida porque la Utpba los incorpora como trabajadores de prensa, como
periodistas, siendo hasta hace muy poco, la única organización gremial
profesional que los reconoce en su condición de periodistas”.
Las
movilizaciones y campañas en apoyo a los periodistas que ven vulnerados sus
derechos suelen nacer, en gran parte, de
las asambleas gremiales en los medios, más que del propio sindicato. “Si la
Uptba se caracteriza por algo, es por su ausencia. El proceso de paritaria se
inició no por pedidos de ellos sino por asambleas de bases, de delegados de los
diarios, donde la Uptba no tiene la más mínima representatividad”, denuncia Martínez.
Fagale,
por su parte, defiende la labor del sindicato e invita a no descomplejizar la
cuestión. “La solución no pasa por esquemas facilistas, ni simples que suelen
ignorar factores importantes de la economía cuando hablamos del mundo laboral”,
y agrega: “El problema es político-económico, dado que el escenario donde
trabajamos ha pasado a ser un área estratégica en la economía nacional e
internacional y que su dinámica es parte sustancial del sistema económico
mundial”.
En
2012 no solo se reabrieron las paritarias para el sector gráfico sino que
también hubo otros avances en las actividades gremiales como sucedió en
noviembre, cuando se logró conformar una comisión interna en Clarín o
en diciembre cuando la comisión interna de trabajadores de la Revista
Veintitrés informó que habían logrado la firma de un convenio de regularización
para los colaboradores de la redacción
Con
respecto a las mencionadas negociaciones colectivas, Fagale señala que “tanto
los
medios del grupo Zpolsky, como del grupo Vila-Manzano o el grupo Clarín, expresan
serias resistencias a la aplicación de los acuerdos”. “Y en lo que respecta a
los colaboradores ni hablar. En un 90 por ciento los colaboradores no han
recibido, por empleo, el aumento acordado en las paritarias del 2012”, agrega.
De
acuerdo con el Observatorio de Medios, político-Social, Cultural de la Utpba,
el 93 por ciento de los trabajadores no recibió el aumento salarial
proporcional acordado en las paritarias del año pasado.
“Lo que
se pide desde los delegados es una campaña mucho mas fuerte contra la
precarización en los medios”, apunta Diego Martínez quien afirma que el
problema no es el Estatuto, sino que muchas de las disposiciones contempladas
en el mismo “no se cumplen”.
Para Ladetto, las soluciones vienen de la mano
de “una mayor capacitación de los propios periodistas (un profesional
calificado se defenderá mejor); control estatal; abrir canales de diálogo
sincero con las patronales; modificación de leyes de precarización laboral del
menemismo (pasantías, por ejemplo) y tomar conciencia de que un salario digno y
un descanso adecuado son partes fundamentales de la calidad periodística que se
le brinda a la sociedad.”
“Organización y lucha, es la única respuesta. De
eso se trata. Ni nada más ni nada menos. La organización está donde los trabajadores
estén dispuestos a dar esta batalla”. El consejo de Fagale, simple y complejo,
pareciera ser la llave para dar un paso adelante en esta batalla.
Los conflictos que atraviesan los trabajadores
de los medios se vuelven cada vez más evidentes y una correcta organización y
representación ante las autoridades y las patronales se vuelve cada vez más
necesaria. Por ello mismo, no son pocas las organizaciones y los periodistas
que, cada vez más, dan cuenta de que la profesión, a pesar de estar rodeado por
un halo de romanticismo, es también un trabajo y un modo de poder subsistir
para seguir realizando una tarea más que responsable para el funcionamiento de
las sociedades.