Hay quienes piensan que el hombre nace, crece, se reproduce y muere.
Este pensamiento lineal es el que sostienen muchos cuando llegan a cierta edad,
lo que únicamente logra incrementar el sin-sentido de esperar pasivamente la
llegada del final.
Hay otros que creen que todo se transforma y que todo final implica
inevitable y felizmente otro comienzo. Encontramos amantes de la vida de este
tipo en nuestra facultad varios días a la semana y en diferentes horarios:
estamos hablando nada mas y nada menos que de nuestros adultos mayores que,
gracias al programa UNITE, vienen expandiendo alegría y juventud desde hace mas
de una década por los pasillos de nuestra casa de estudios.
Trece años se cumplieron el mes pasado desde que el entonces secretario
de extensión y actual docente de la facultad, Juan Manuel González, impulsara
un proyecto para abrir cursos destinados a los adultos mayores que querían
estudiar. “El proyecto tenía de origen la idea de fusionar a los adultos
mayores como una población mas de lo público”, afirma González. Por su parte, Jorge
Tognolotti, actual director del programa y uno de los primeros docentes
convocados por Movida Universitaria para participar del programa admite que no
pensaba que la iniciativa iba a ser “tan
fuerte en cuanto a participación, en cuanto a concurrencia y también con tal
grado de compromiso”.
Aquellos 30 alumnos que cursaban 5 disciplinas pasaron hoy a ser más de
1300 que cursan más de 50 asignaturas y talleres tales como sociología,
antropología, fotografía, entre otras.
Luego de la crisis del 2001 y de negociaciones con el decano Gabriel
Mariotto, los docentes empezaron a ser remunerados por su labor y todos los
cursos fueron declarados gratuitos. Fue entonces cuando UNITE empezó a tener
autonomía y a un mayor grado de institucionalización. Desde la concreción de ese gran paso, el
número de adultos mayores, de docentes y de materias dadas empezó a crecer
exponencialmente. Tanto creció que se está buscando formalizar este tipo de
enseñanza a nivel nacional; así lo plantea Julio Busteros, presidente de la
Asociación de Alumnos del Programa UNITE (AAPU): “Lo que nosotros pedimos es que esto, que fue la voluntad de un decanato
para incorporarnos, no quede allí, que sea por ley. Porque no puede haber
adultos mayores de primera, de segunda y de tercera.” En este sentido, son
contadas las universidades a nivel nacional que tienen un programa gratuito
para adultos mayores, razón por la que desde UNITE se están haciendo gestiones ante
las Cámaras a través de la diputada nacional Adriana Puiggros con el fin de
elevar un proyecto de ley para que se incluya la educación de los adultos
mayores en el presupuesto universitario.
Mas
allá de lo meramente académico, lo que los adultos mayores simbolizan es un
cambio cultural en pleno proceso: “El viejo ya no es la maceta, a la que le
pasamos un plumero y le decimos que se siente, porque acá hay una fiesta donde
no tiene que opinar. Eso ya lo superamos” sostiene Busteros, para quien UNITE
no se limita a lo que sucede en las aulas, sino que las actividades
extra-curriculares como las charlas, los cine-debates o los cafés literarios,
son también muy importantes. Lo que descubrieron nuestros adultos mayores es
que tienen un lugar de pertenencia, donde sus historias de vida se juntan a
charlar un rato y donde disfrutan y ejercitan lo que González llama la
“gimnasia del espíritu y la inteligencia y del cuerpo y de la alegría”.
Tognolotti subraya que los adultos mayores “encontraron un espacio, un lugar,
amistades, a quien llamar por teléfono, encontraron un lugar social”.
Es que
los adultos mayores viven activamente su vida junto a nosotros, compartiendo
los mismos espacios y demostrándonos, a través de sus obras de teatro, de sus
muestras fotográficas, de sus trabajos de investigación o de sus ilustraciones,
que resulta mas atinado que nunca decir que lo únicos viejos aquí son los
trapos.
Publicado en Inconsciente Colectivo Nº 6, Octubre 2012.
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